llegaste agrietado
como siempre
me quedé en silencio
contemplando
el cotidiano derrumbe de tu cuerpo
tan viejo
por dentro
me mirabas
mientras tu carne
furiosa de dolor
iba anegando mi casa
como un tumor de diminutos clavos
tal vez
esperabas el abrazo
de este cuerpo
tan cansado
pero no me quedaban miembros
amor
para abarcarte
el rencor
que te dejó sin luz
cuando eras niño
ya era un océano
y mis brazos
apenas
las alas de un gorrión
¿palabras?
nos las dijimos todas
hace demasiado tiempo
en la quietud de la noche
no me quedan balas
amor
para matarte
solo sé
que mientras caes
veo el ventanal abierto
las chimeneas metálicas
el viento
moviendo el esqueleto de las antenas
y la ropa tendida
y detrás
mucho más lejos
las golondrinas
haciendo círculos
sin reparar
en nuestra derrota.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada